El Valle de Ordesa, ubicado en el Pirineo Central en la comarca del Sobrarbe (Huesca), es uno de los parajes naturales más bellos que tenemos en España y sin duda se encuentra entre los más grandiosos de Europa. Sus numerosas rutas senderistas, con trazados de diversa longitud y dificultad, incluyendo un sendero adaptado a personas con movilidad reducida, propician que reciba cada año más de 600.000 visitantes.
Protección de espacios naturales de gran valor
A finales del siglo XIX ya había voces en España que solicitaban una reglamentación para proteger espacios naturales de gran valor, en la línea de lo que ya se había iniciado en EE.UU. con la creación del primer parque nacional del mundo: el Parque Nacional de Yellowstone en 1872. Uno de los más conocidos defensores de que se protegiera el Valle de Ordesa fue Lucien Briet, escritor, viajero y fotógrafo francés. Es considerado un gran pirineista que plasmó su pasión por este hermosísimo valle en sus escritos y fotografías. En un paraje junto al río Arazas, en el camino de Turieto Bajo (uno de los senderos más bellos y menos conocidos del Valle de Ordesa) se le rinde homenaje en un sencillo monumento.
Pero hubo muchos más que se hicieron oír en defensa de la preservación de la naturaleza para las generaciones futuras. Tal fue el caso de Ricardo del Arco y Garay, investigador, escritor e historiador de Aragón. Este es un extracto de su artículo publicado en 1916, en relación con el Proyecto de Ley presentado en el Senado por Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa (Asturias), para regular la protección de espacios naturales:
”[…] El Estado protege al arte, que en cierto modo es hijo de la naturaleza, en los viejos monumentos (castillos, catedrales, templos ricos en su fábrica y abundantes en objetos arqueológicos), librándolos del humano ataque y de las injurias de los siglos. ¿Cómo, pues, el Estado no protege (o protege tan poco) en nuestro país a la misma naturaleza, como acontece en otras naciones, librándola de bravos y graves atentados? […] ”Yo estoy seguro de que si por arte de encantamiento el Senado y el Congreso hubieran podido trasladarse al valle de Ordesa, al corazón del Pirineo alto-aragonés, acto seguido de dar lectura el prócer asturiano a su proyecto, éste se aprobaría sin tardanza, y dentro de unos meses el ángel tutelar del Estado velaría por la integridad del maravilloso vergel de Ordesa. […]” (Fuente: Hemeroteca Digital de la BNE). El artículo completo se puede leer en la revista Gran Vida, en el número de junio de 1916.
Por fin, en 1916 se aprueba la Ley de Parques Nacionales -la primera del mundo- y se declaran los primeros Espacios Protegidos del Estado, siendo el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga el primero (julio 1918) y un mes después el Parque Nacional del Valle de Ordesa (agosto 1918).
Ampliación y área de protección del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
A finales de los años 70, se presentó un proyecto de construcción de un pantano que supondría la inundación del Valle de Añisclo. Esto provocó la movilización de varias instituciones y colectivos ciudadanos para evitar que dicho proyecto saliera adelante. En esta ocasión, tuvieron éxito y las obras se paralizaron. En 1982 se consiguió la reclasificación de los límites del Parque Nacional para que se ampliara su protección con el fin de incluir el Cañón de Añisclo, el Macizo de Monte Perdido, el Circo de Pineta y las Gargantas de Escuaín. Es en ese momento cuando el Parque pasa a denominarse Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
El Parque abarca en la actualidad una extensión de 15.600 hectáreas aproximadamente. No obstante hay que lamentar que se haya quedado fuera de sus límites el Valle de Bujaruelo y otros enclaves naturales de los alrededores, aunque sí se incluyeron en la Zona Periférica de Protección que se extiende por casi 20.000 hectáreas.
En 1977 la UNESCO integra el Valle en la Reserva de la Biosfera de Ordesa-Viñamala.
En 1997 el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido recibe de la UNESCO el galardón de Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Sus cumbres más altas sobrepasan los tres mil metros: el Cilindro, el Marboré,… siendo la de Monte Perdido su punto más alto con 3.355 metros y el que representa una de las siluetas más reconocidas de esta zona del Pirineo Aragonés. Los glaciares y cumbres nevadas han dado lugar a los ríos que han formado los cuatro valles del Parque: el río Arazas discurre por el Valle de Ordesa; el Bellós se ha abierto camino por el Cañón de Añisclo; el río Yaga se ha encargado de excavar la Garganta de Escuaín y el Cinca fluye desde el circo glaciar del Valle de Pineta.
Diversidad de flora y fauna
La belleza paisajística de esta zona es incuestionable. La diversidad de su flora se ve favorecida por la abundancia de agua, en forma de nieve y lluvias, y la diferente altitud y orientación de las laderas y valles. Es por ello por lo que, recorriendo sus valles pasaremos por bosques de ribera en las cotas más bajas y a medida que avanzamos nos encontraremos con encinas, bosques de pino silvestre, abetos, robles, hayas, fresnos, tejos, abedules, avellanos,…
El boj es casi omnipresente en todo la zona y en altitudes superiores veremos ejemplares de enebro, agrupaciones de erizones (Genista horrida) con su brillante color amarillo que tapiza las praderas y laderas del valle. También hay una gran variedad de plantas pequeñas, muchas de ellas crecen a ras de suelo o en oquedades de las rocas para protegerse del viento, y deleitan nuestra vista con una gran profusión de flores: prímula, oreja de oso, lirio, orquídea, edelweiss, la más emblemática de todas, también llamada flor de nieve.
En cuanto a la fauna, no es tan fácil de observar en los recorridos más frecuentados por los excursionistas, pero su variedad también es notable. Los más representativos son: sarrio, nutria, tritón, urogallo; en ocasiones podremos llegar a ver grandes aves sobrevolando las cumbres, puede tratarse de un águila real, un buitre leonado o un quebrantahuesos.
Alguna de las especies que habitan el Parque está en grave peligro de extinción, por lo que son objeto de programas de especial protección y reproducción. Un caso de éxito es el programa de reintroducción del quebrantahuesos en Picos de Europa con ejemplares de Ordesa. No tuvo tanta suerte el bucardo: extinto desde que murió el último ejemplar en enero de 2000.
Proteger Ordesa para que cumpla cien años más
Es mucho lo que está en juego. Por ello, es indispensable contar con la colaboración de todos para cumplir con lo establecido en el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) para proteger el Parque. Teniendo en mente la gran afluencia de visitantes que acuden cada año para realizar alguna ruta, hay al menos tres normas básicas que no debemos olvidar:
- No encender fuego ni arrojar objetos de combustión.
- Por favor, cuando acabes de fumarte ese cigarrillo disfrutando del bello paisaje que te rodea, apágalo bien y guárdate la colilla en el bolsillo hasta que abandones el Parque. Además de evitar un incendio, evitarás dejar a tu paso un residuo que tardará en degradarse varios meses, o incluso años.
- No arrojar basura.
- Sí, parece obvio, pero aún hay quien va dejando por el camino un rastro de latas de refrescos, botellas de plástico, envoltorios de golosinas, etc. etc. etc. Por favor, utiliza una bolsa (reciclable) para recoger todos tus residuos, incluyendo restos de comida, chicles y pieles de fruta, hasta que abandones el Parque y puedas depositarlos de forma selectiva en los contenedores correspondientes.
- No arrancar plantas, ni capturar y/o matar animales (incluyendo insectos), ni recoger piedras o minerales.
- Si quieres tener un recuerdo de la fabulosa excursión que has hecho en Ordesa, haz una foto… o cien; con un poco de paciencia y suerte incluso podrás «llevarte» algún insecto. Aquí tienes una muestra de algunos ejemplares que he ‘capturado’ en mi última visita a Ordesa.