Algoritmo posiblemente sea una de las palabras que con más frecuencia sale en conversaciones, conferencias y noticias. Y a pesar de ser de uso común, no todo el mundo conoce su origen, lo que significa y cómo ha cambiado nuestro mundo.
Significado y origen
Consultemos primero el Diccionario del uso del español de María Moliner (cuya primera edición se publicó en 1966):
- algoritmo. (del nombre del matemático Alhuwārizmī a través del latín) m. Mat. Procedimiento preciso para resolver un problema; por ejemplo, el que se utiliza para resolver las raíces cuadradas o las divisiones.
Si avanzamos en el tiempo, leemos la definición en el Diccionario de la RAE (20ª ed. Año 1992):
- algoritmo. (del árabe al-Jwārizmī, sobrenombre del célebre matemático Mohamed ben Musa) m. Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema.|| 2. Método y notación en las distintas formas del cálculo.
Y en la versión online de la RAE (enero 2019):
- algoritmo. (Quizá del lat. tardío algobarismus, y este abrev. del ár. clás. ḥisābu lḡubār ‘cálculo mediante cifras arábigas’.) 1. m. Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. 2. m. Método y notación en las distintas formas de cálculo.
En resumen, podríamos decir que se trata de un método para resolver problemas mediante una serie de operaciones. Y en lo que coinciden también las tres definiciones es en que, como casi todo lo relacionado con las matemáticas, también le debemos la palabra y el concepto al mundo árabe. Concretamente a Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī conocido en el mundo occidental como al-Juarismi, un matemático, astrónomo y geógrafo persa que vivió aproximadamente entre 780 y 850. Además de la palabra algoritmo, versión latinizada de su nombre, también le debemos a él términos como guarismo y álgebra; también se le considera el introductor en Occidente del sistema de numeración que usamos actualmente, denominados números arábigos o indoarábigos.
Pero ¿para qué sirve exactamente un algoritmo?
En los últimos años se ha hecho patente que un algoritmo sirve para todo y en entornos digitales se ha hecho imprescindible; es algo así como la Aspirina: no puede faltar en ningún sitio porque soluciona cualquier problema. Es frecuente encontrar casi a diario alguna noticia donde la palabra algoritmo aparece asociada a los grandes del mundo de los servicios online: Google, Facebook, Amazon,… y por supuesto con la Inteligencia Artificial.
Las interpretaciones más técnicas nos darán esta definición: “Un algoritmo es una secuencia finita de instrucciones realizables, no ambiguas, cuya ejecución conduce a una resolución de un problema”. Es decir, en términos de informática y explicado de forma simple, podríamos decir que la transcripción a un lenguaje de programación de un algoritmo es lo que hace que el software de una aplicación funcione. Pero estos conceptos se pueden simplificar aún más si pensamos en los numerosos algoritmos que utilizamos con frecuencia: los pasos de una receta de cocina, las instrucciones de puesta en marcha de un electrodoméstico, el montaje de una estantería,… en definitiva se trata de seguir una secuencia de instrucciones para alcanzar un resultado.
La contribución al desarrollo de la informática
Lo que mucha gente no sabe es que la base del mundo digital actual -el algoritmo informático- como tantas otras cosas, se la debemos a una mujer que vivió a mediados del siglo XIX. Se trata de Ada Byron, hija de Lord Byron, más conocida como Ada Lovelace, quien está considerada como la primera persona en crear un algoritmo para ser utilizado en una computadora: el motor analítico de Charles Babbage.
Entre 1842 y 1843, Ada Lovelace realizó la traducción al inglés de la transcripción en italiano de un seminario que Charles Babbage impartió sobre su motor analítico en la Universidad de Turín en 1840. Las anotaciones que Ada realizó en esa traducción casi triplicaban la extensión del artículo en sí mismo. En su ya famosa anotación etiquetada ‘G’ llegó a la conclusión de que el motor analítico de Babbage podía realizar una extensa secuencia de operaciones matemáticas; para ilustrarlo, escribió un ejemplo: cómo calcular números de Bernoulli. Esa secuencia es considerada como el primer programa informático de la historia.
El trabajo de Ada Lovelace fue infravalorado y silenciado en su tiempo, como el de tantas otras mujeres que han hecho contribuciones a la ciencia y la tecnología. Afortunadamente, muchas cosas han cambiado desde entonces y su trabajo está empezando a recibir el reconocimiento que se merece.