Se calcula que hay unas 20.000 especies de abejas en el mundo, y son probablemente los insectos polinizadores más importantes. Las miles de especies de abejas tienen patrones de vuelo únicos y preferencias florales muy concretas; tanto es así, que muchas han evolucionado conjuntamente con determinadas flores de tal manera que el tamaño de sus cuerpos y su comportamiento se complementan de una manera casi perfecta con las flores que polinizan.
Población de abejas en declive
Lamentablemente, las abejas de todo tipo están en declive en todo el mundo, al igual que muchos otros insectos. La población de la popular abeja melífera (productora de miel) se ha visto dramáticamente afectada por el denominado trastorno de colapso de colonias (CCD Colony Collapse Disorder), caracterizado por la muerte súbita de la colonia, al carecer de ejemplares adultos sanos en la colmena. Las poblaciones de abejorros y otros tipos de abejas solitarias han disminuido considerablemente en muchos lugares, en gran parte debido al uso de insecticidas y herbicidas, la pérdida de hábitat y el calentamiento global. Algunas especies, como el abejorro parcheado oxidado (Bombus affinis, especie endémica de Norteamérica), están incluidas en la lista de especies en peligro de extinción.
Si todas las abejas del mundo murieran, se producirían graves reacciones en cadena en todos los ecosistemas. Numerosas plantas, como es el caso de las orquídeas, y concretamente la ‘orquídea abeja’ (Ophrys apifera), son polinizadas exclusivamente por un tipo específico de abeja. Sin la intervención humana en su polinización, estas especies de orquídeas dejarían de existir. La desaparición de estas plantas alteraría la composición de sus hábitats y afectaría las redes alimenticias de las que forman parte, y probablemente desencadenaría extinciones o disminuciones adicionales de organismos dependientes de ellas.
El efecto dominó
Otras plantas se benefician de la acción de otras especies de polinizadores, pero muchas son polinizadas con mayor éxito por las abejas. Con la desaparición de las abejas, las plantas producirían menos semillas y tendrían menor éxito reproductivo, lo que resultaría también en una alteración de los ecosistemas. Si miramos más allá de las plantas, muchos animales perderían su fuente de alimento, como es el caso de las aves que se alimentan de las abejas: el abejaruco tendría los días contados, y esto también tendría un impacto negativo en los sistemas naturales y en la cadena trófica.
En lo referente a la agricultura, la pérdida de las abejas alteraría drásticamente los sistemas alimentarios humanos, aunque probablemente no conduciría a la hambruna: Una gran parte de la alimentación humana aún procede de los cereales, que son polinizados por el viento y, por lo tanto, no se ven afectados por las poblaciones de abejas. Sin embargo, numerosas frutas y verduras son polinizadas por insectos y no podrían cultivarse a una escala tan grande, ni tan barata, sin abejas. Por ejemplo, la polinización de arándanos y cerezas depende de las abejas hasta en un 90%.
Aunque la polinización manual es una posibilidad para la mayoría de los cultivos de frutas y hortalizas, es increíblemente laboriosa y costosa. Se han desarrollado diminutos drones polinizadores robóticos en Japón, pero su coste sigue siendo prohibitivo para su uso en huertos enteros o campos dedicados a la producción de flores. Sin las abejas, la disponibilidad y diversidad de productos frescos disminuiría sustancialmente y la nutrición humana se resentiría. Los cultivos que no fueran rentables para la polinización manual, o mecanizada, probablemente se perderían o persistirían solo gracias a la dedicación de los amantes de la jardinería como hobby.
Texto adaptado del artículo original publicado por
Melissa Petruzzello en Britannica.com
¿Sabías que el 20 de mayo es el
Día Mundial de las Abejas?